¿Qué mascarilla me conviene?
A pesar de sus obvios beneficios, el uso continuado de mascarillas también puede acarrear algunos pequeños problemas, especialmente en la piel.
Hay dos grandes grupos de problemas:
El primero es el agravamiento de enfermedades preexistentes o latentes como la psoriasis, la dermatitis, la rosácea o el acné, que empeoran porque la mascarilla aumenta la temperatura de la piel y la secreción sebácea.
El segundo grupo se debe a que el uso de las mascarillas genera irritación, enrojecimientos e intolerancias a la mayoría de usuarios si se utilizan durante más de cuatro horas.
Algunos consejos para prevenir la aparición de estos problemas:
1. La mascarilla adecuada para la mayor parte de la población es la mascarilla quirúrgica. Protege suficientemente, permite una mayor comodidad y disminuye los inconvenientes dermatológicos.
2. El uso de otras mascarillas como la FPP2 o la FPP3 será recomendado por las autoridades médicas en situaciones concretas, pero en la mayoría de los casos la mascarilla quirúrgica es más recomendable porque genera menos efectos adversos.
3. Probablemente tengáis que acudir al dermatólogo, porque os podrá prescribir un tratamiento acorde a la intensidad y naturaleza del problema.
Además de la correcta elección de la mascarilla, es aconsejable llevar a cabo unos sencillos hábitos para reducir los problemas derivados por su uso:
1. Hidratar la piel dos veces al día con un hidratante convencional.
2. Utilizar la mascarilla adecuada según las circunstancias concretas de cada persona.
3. Intentar exponer el rostro durante 20-30 minutos a la luz solar sin comprometer vuestra salud ni la de los que os rodean.
Con estos consejos vuestra piel estará mejor y vuestra tolerancia a las mascarillas aumentará.